PANDEMONIUM (THRASH METAL, AZCAPOTZALCO, MEXICO)
Los miembros son
Hector Castillo
(Guitarra)
Jorge castillo (Guitarra)
Carlos castillo (Bateria)
Rodrigo Corona (Bajo/Vocal)
Apasionados por la musica.
Apoyados por el Colectivo Artesanal Mexicano Kosmo
Calyptik.
Los guitarristas de la banda son hermanos y el baterista
es su primo es un banda "Familiar" La banda inicio entre los
guitarros y el baterista ellos lo hacian solo por gusto y no por el din de
formar una banda después llegaron varios vocalistas los cuales formaron parte
de la banda en cierto momento, el vocalista actual fue el primero en estar en
la banda en cuando dejo de ser el primer vocalista comenzó a tocar el bajo tras
el paso del tiempo se fueron los demas vocalistas y este se volvió en bajista y
vocal desde entonces la banda esta formada por estos cuatro integrantes.
En la trayectoria de la banda, se han presentado con
bandas grandes como Interpuesto, Cydonia, Koltdown, Insertion loss, eternity of
night entre otras.
nos atrae mucho lo oculto, esos temas que no muchos se
atreven a tomar, de ahi mismo se crea nuestra inspiración.
ESCUCHALOS EN
+ CÉFIRO +
ISMAEL STEFAN PATIÑO (El poeta de la oscuridad)
Cada ocaso en la eternidad se desvanece en el manto del
devenir, como la claridad en la espesura de la bruma, abjurando de Dios he
renunciado a su fe, fuera de su gracia he huido de la luz con alas llameantes
de angel caido, me he levantado de entre los no vivos, al abrigo de la
obscuridad existiendo como una mentira, cada dia como una dolorosa herida, he
atravezado los oceanos del tiempo, he caminado a la sombra de la muerte bajo el
halo de la luna, he viejado por el el desierto del espiritu, soy la palabra
muda y la lagrima que sangra en el olvido de nuestra estirpe maldita, soy un
sueño sin vida que ahora ha sembrando sus pesadillas en su propio estigma, bajo
el arbol de vedados frutos al acecho, mas esta noche estoy parado entre la
calle de mi soledad al pie de tu balcon, al pie del precipicio donde yace el
olvido, al borde del amor omitido, entre la penubra no reconozco nada mas que
tus latidos, cuando como un adios sin fin tus palabras se han resbalado de mis
oidos, oh deseo tanto sentirte y sin embargo no puedo tocarte, pues tu fuiste
la primera, si tu fuiste la última a la que abrí mi corazón. Ahora pareces
estar tan lejos para decir regresa y quédate conmigo, por favor para que te
pida llamame con tu voz, la voz de mi amor, asi sueño que pronto volveras,
sueño que deja en mi ser la ardiente sed de una felicidad hasta ahora
desconocida el cual pernocataba en el abismo de la conciencia perdida,
llevandome a beber nuevamente de tu alma prohibida, justo al refugiarnos de la
tormenta que se avecina, a la estrechez de nuestro abrazo en una breve esquina,
llevandome a susurrar como el viento en las copas de los arboles, cual sonido
de desolación el secreto de mi sepulcro, en un silencioso murmullo que traera a
tu oido lo que aun no te he dicho, lo que aun no te he escrito, mi lugubre
agonia, de mi corazòn la ultima sinfonía, mi mejor poesia tu apreciada
compañía, como sutil canto de hadas por las místicas runas revelado, ruego lo
sepas entender al estar a mi lado, y mientras las tinieblas caen languidamente
sobre nosotros, y cubres mi vacio con tus brazos te pido, abraza esta vida y
sostén mi corazon pues lo dejo aqui en ti, y con el ùltimo soplo del espirìtu
pongo este beso, el mas profundo en la fria brisa aliento del mas alla quièn lo
hara llegar en la distancia solo a tus labios cual delicada caricia. Asì bella
musa de mis rezos, blanca como estatua de sal, nuestras almas en cada
pensamiento han intercambiado sus reflejos, crepúsculo tras crepusculo han
cruzado el portal, han atravezado el humeante espejo de los sueños, y caminando
mi tiempo veloz hacia el dia el espejo se ha roto dejandonos del otro lado, en
la profundidad onirica del negro palacio de los ocultos anhelos el cual desde
simempre velaba, bajo el brillo nocturno que fraguan las estrellas lejanas, he
besado tu corazon, he traído mi cuerpo al flujode la vida, he dejado atras el
funebre rio de la estigia, he incinerado mis pecados, en sus fauces he
esparcido sus cenizas, he venido pues solo por ti mi vida, pues me era tan
triste que mi melancolía te reconosciera como mi ilusion mas bella, mas incluso
de lo que el mundo pudiera entender, mas de lo que nos han hecho creer, mas de
lo que los mortales pueden conocer, hoy te he de encontrar con los brazos
abiertos de par en par en el bermellon altar, seras la compania de mi incolume
soledad, en medio del lobrego bosque abandonaras la iniquidad, pues como yo
todo lo veras pero entonces aun me amaras? ...de ser asi la eternidad
conocerás, miraras el frio fulgor de la verdad y sentiras en ti la bendicion
que los otros llaman maldad.
Elizabeth “Madame” Bathory, la condesa sangrienta.
-1560-1624-
Los hechos y
personajes de las leyendas populares son, en ocasiones, detalles distorsionados
de sucesos reales, la obra de campesinos simples. Sin embargo la historia
muestra qué pálidos resultan los relatos de vampiros si echamos una mirada
sobre la vida de Elizabeth Bathory, la condesa sangrienta.
La Infancia de Elizabeth
Bathory.
Gabrielle Erzsebet
Bathory-Nadasdy; más conocida como Madame Bathory es una de las figuras más
tenebrosas y enigmáticas de la historia. Nace nada menos que en Transilvania,
en 1560, en el seno de una de las más poderosas y ricas familias del país.
Entre sus parientes había un cardenal, y un príncipe de Transilvania. Su primo,
el conde Thurzo fue primer ministro de Hungría, y hasta el rey Esteban de
Polonia se contaba entre sus familiares. Pero entre la religión y los asuntos
de estado, la familia tenía otros intereses; un tío era hechicero, una tía
lesbiana; y un hermano célebre por sus conquistas amorosas, las cuales lograba
a menudo a través de la fuerza.
Se dice que a los
4 o 5 años de edad la pequeña Elizabeth Bathory sufrió de violentos temblores y
convulsiones. A los once años fue prometida al conde Ferencz Nadasdy, y enviada
a pasar unas temporadas con su nueva familia. A los trece queda embarazada de
un sirviente. El muchacho fue castrado y lanzado a los perros, y Elizabeth fue enviada
a un remoto castillo familiar para que pariera. Se hizo desaparecer al bebé.
El inicio del
horror.
A diferencia de la
mayoría de la gente de su tiempo, Elizabeth Bathory poseía una inteligencia
notable; hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán. Su cultura era
extensa y sus modales impecables. Se piensa que ya en esa época el marido y la
familia de Elizabeth conocían sus inclinaciones sádicas, pero estas actitudes
no eran extrañas en la aristocracia, por lo que nadie consideró el asunto como
relevante.
El 8 de mayo de
1575, a los 15 años se casa con el conde, quien tenía 26. Se mudaron al
majestuoso castillo Csejthe en la región de Nyira, en el noroeste de Hungría.
La pareja se veía en raras ocasiones debido a las actividades guerreras de
Ferencz, conocido como el "guerrero negro". Diez años pasaron hasta
que Elizabeth tuvo a su primera hija, Ana; luego vinieron Úrsula y Katherina, y
finalmente su único hijo varón, Pàl. El 4 de enero de 1604 muere su marido,
dejándola viuda a los 44 años. Cómo primera medida la condesa despide a su
odiada suegra del castillo, y encierra en los sótanos a las protegidas de la
anciana.
Durante su
matrimonio, Elizabeth Bathory había trabado amistad con un sirviente, un tal
Thorko, quien la inició en las prácticas de la nigromancia.
Ayudada por el
sirviente y por su vieja niñera, Ilona Joo, Elizabeth Bathory comenzó a
torturar a algunas criadas del castillo. Luego se agregaron otros cómplices:
Johannes Ujvary, y dos brujas llamadas Dorotea Szentes y Dárvula.
Por esa época
comienzan los rumores en los pueblos cercanos de que algo siniestro ocurría en
el castillo. Espíritus sencillos hablaban de magia negra y oscuros rituales;
otros, menos exaltados, meneaban la cabeza y afirmaban que la extraña obsesión de
la condesa por su belleza era un simple acto de vanidad.
Bautismo de
sangre.
Cierto día, una de
sus criadas le tiró de los cabellos accidentalmente mientras la peinaba.
Elizabeth Bathory la abofeteó fuerte, tan fuerte que se salpicó la mano con la
sangre de la muchacha. De inmediato, Elizabeth sintió que su piel en esa zona
obtenía la frescura de su joven criada. Allí despertó el monstruo.
Inmediatamente llamó a Johannes y a Thorko; desnudaron a la muchacha, le
cortaron la garganta pronunciando diabólicas letanías y la desangraron en una
tina. Ese día Elizabeth se dio su primer baño en sangre humana.
Entre 1604 y 1610,
los oscuros agentes de Elizabeth se dedicaron a proveerle de mujeres entre 9 y
16 años para sus sangrientos rituales. En un intento desesperado por mantener
las apariencias, la condesa convenció al pastor local para que a las
desafortunadas se les diese funerales y entierros respetables. Cuando la cifra
de muertes creció alarmantemente, el párroco comenzó a manifestar sus dudas.
Elizabeth tuvo que empezar a enterrar a sus víctimas en los jardines del
castillo al amparo de la noche. Algunos dicen que fue el párroco quien la
denunció oficialmente ante el rey Matías a través de la curia clerical.
Las torturas.
En aquella época,
la condesa tomó la costumbre de quemar los genitales de las sirvientas con
velas, carbones y hierros al rojo por pura y demencial diversión. También
generalizó su práctica de beber sangre directamente mediante mordiscos en las
mejillas, los hombros y los senos. Azotaba a las desafortunadas y no en la
espalda, como era la costumbre, sino en los pechos; de esta manera podía ver
los rostros aterrorizados y presos del dolor. En su obsesión creía que la sangre
la mantendría siempre bella.
Según el
testimonio de un testigo que acompañó al conde Thurzó al castillo de Madame
Bathory, lo primero que vieron fue una joven en el cepo del patio, en un estado
que lindaba con la muerte debido a los golpes que le habían fracturado los
huesos de la cadera. En el interior del castillo encontraron a una muchacha
desangrada en el salón; y otra que agonizaba con su cuerpo agujereado. En las
mazmorras descubrieron a una docena de jóvenes más, algunas de las cuales
habían sido cortadas y perforadas.
Se exhumaron
cincuenta cuerpos. Todo el castillo estaba cubierto de manchas de sangre seca;
cada corredor, cada salón, despedía el fétido hedor de la muerte y la
putrefacción. Por el diario de Elizabeth, quien con metódica crueldad anotaba
cada una de sus diversiones, sabemos que el número de sus víctimas es de al
menos 612 personas.
Las torturas eran
acompañadas de violentas orgías, los gritos de dolor se mezclaban con el
paroxismo erótico de la condesa y sus agentes. Bebían la sangre mientras
todavía manaba tibia de las heridas de las jóvenes.
En 1609, por falta
de criadas en la zona a causa de semejante masacre, Elizabeth cometió el error
que eventualmente acabaría con ella: comenzó a tomar niñas de buena familia con
el pretexto de educarlas. La última víctima conocida fue una niña de 12 años
llamada Pola, y su asesinato fue particularmente cruel, incluso hablando de la
Condesa Sangrienta. Se desvistió a la joven y la encerraron en una especie de
jaula.
Esta particular
jaula estaba construida en forma de esfera, demasiada estrecha para sentarse y
muy baja para estar de pie. En el interior estaba cubierta de hojas de un
pulgar de largo; y sobre esta macabra celda Elizabeth y sus secuaces realizaron
una interminable orgía, sacudiendo la jaula y provocando la tortuosa muerte de
la muchacha debido a los profundos cortes.
En 1612 se inició
el proceso, Elizabeth se amparó en sus derechos nobiliarios. Quienes sí
comparecieron ante la ley, por la fuerza, fueron los siniestros colaboradores.
El juicio se centró en las muertes de las jóvenes aristocráticas. Las jóvenes
pobres carecían de importancia.
Salvo las brujas,
todos los compañeros de Elizabeth fueron torturados y quemados en la hoguera.
Katarina Beneczky, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de la
condesa, salvó su vida a expreso pedido de una de las sobrevivientes. A las
hechiceras extrañamente sólo se les arrancó las uñas, por haberlas empapado en
sangre cristiana.
La Condesa
Sangrienta nunca fue declarada culpable, aunque si se la encerró en el
castillo. El cuarto que le servía de prisión fue tapiado con ladrillos, se dejó
sólo una rendija para pasarle los alimentos.
El final.
El 31 de julio de
1614, Elizabeth Bathory dejó su testamento. El 21 de agosto de ese año uno de
los carceleros la vio tirada boca abajo en su celda, se derribó la pared y se
comprobó que estaba muerta. Así dejaba este mundo, a los 54 años de edad, la
condesa sangrienta.
Elizabeth Bathory
cometió toda clase de excesos en una absurda batalla en contra del tiempo. Su
lucha tenaz y macabra por conservar la fugaz belleza física acabó con
centenares de vidas; aunque la ironía del destino nos ha dejado una frase que
es por lo menos inquietante:se dice que durante sus funerales, el párroco del
pueblo de Eczed, afirmó:
Es la mujer más
hermosa que mis ojos hayan visto.
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